viernes, 26 de diciembre de 2014

La niña del banco

Hoy les traigo una historia corta. En retrospectiva me da embarrada…Jajaja. ¡Mentiras! Me la goce.
Había una insoportable niña de aproximadamente siete años en la fila del banco. Ridícula y mamona como todos los niños de esa edad. ¡Si señores padres! No me digan que no. Para cada padre sus niños son divinos y perfectos, pero la verdad es que la mayoría de las veces a los demás nos parecen cansones. Bueno, prosigo. La odiosa criatura no hacía sino emitir ruidos estúpidos, reír como tonta, meter sus narices donde nadie la había llamado, no se quedaba quieta un minuto y por donde pasaba nos pisaba a todos los demás. Además para rematar con ese habladito de niña consentida que cogen a ratos. ¿Por qué sería que su mamá no la corregía? La veía hacer todas esas bobadas y no le ponía un alto. ¡Parecía una tarada mental! Y fue al decirme eso último que se me vino una brillante idea a la mente.
-¡Señora pero que niña tan linda! Esas trencitas que le tiene y ese vestido son adorables.
-¿Cierto que si? Yo trato de tenerla bonita.
-¡Sí! Y se lo merece, pobrecita. Consentirla lo más que se pueda con su condición.
-¿Cual condición? –dijo arrugando la frente y colocando cara de extrañeza.
-¿Luego la niña no tiene un retardo mental?
-Por supuesto que no. –contesto en tono bastante alto y alterado la señora.
-¡Ay¡ Upss que pena. Es que yo pensé…Pues como la vi comportarse así. Y usted no decía nada, yo creí… Pero… Pero si, definitivamente que lindas trencitas.
-¡Patricia! ¡Venga para acá y se está quieta!
-No mami no quiero. –zafándose como podía de la mano de la mamá. Acto seguido de lo cual recibió una fuerte nalgada- Que se quede quieta he dicho. Compórtese que no falta la persona que cree que tiene un retardo. –Mirándome mal.
-Lo siento – dije colocando cara de avergonzada y conteniendo la risa.

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