miércoles, 10 de diciembre de 2014

Caminaba bajo la lluvia, y al cabo de unos momentos se ubicó debajo de una pérgola mirando el escaparate donde se exhibían los diferentes libros.  Consulto su reloj y luego prendió un cigarrillo.  Levanto la cabeza, observo el cielo y exhalo el humo.  Al bajarla diviso un libro en particular titulado: “Quien se ha llevado mi queso”. Arqueo su ceja izquierda y arrugo la frente.  Se dio media vuelta y consulto su reloj nuevamente.  Mientras continuaba fumando, los carros y buses al pasar levantaban el agua de la calle, que alcanzaba a llegar hasta cerca de donde se encontraba, salpicando algunas gotas en su ropa y zapatos.   Se acercó más al escaparate acomodando su chaqueta, reubicando el cuello y frotándose los brazos por unos momentos, luego volvió a mirar su reloj.

Al cabo de 35 minutos y dos cigarrillos más, la vio.  Avanzaba esquivando los charcos y sosteniendo la parte delantera de su sombrilla que era empujada hacia atrás por el viento. Cuando llego a donde él estaba, sonrió.

-Disculpa la demora, el trafico esta imposible.  ¿Llevabas mucho tiempo esperándome?

-Solo unos minutos.

-Vale.  Al frente hay una cafetería. Podemos entrar a tomar algo caliente y mirar los documentos.

-Me parece. –Dijo mientras se acomodaba de nuevo la chaqueta- es necesario concretar esto lo más pronto posible.

Ya en la cafetería se ubicaron en la única mesa que estaba vacía y ella saco de su bolso una agenda.  Antes de abrirla se masajeo los dedos.

-¡¡La artritis me tiene jodida!!- con manos temblorosas comenzó a buscar entre las hojas,  y al encontrar el cheque se lo paso sonriendo.

-Espero que esto te sea de ayuda.

Al ver el cheque el abrió aún más sus ojos y se acomodó las gafas, luego se frotó el mentón y finalmente se quedó mirándola  mientras colocaba su dedo índice en la boca sin soltarse el mentón. Al cabo de unos segundos dijo:

-Esto no es lo que habíamos acordado.

-No veo el problema.  Es más incluso de la cantidad que inicialmente me dijiste.

-Precisamente.  Y no era dinero lo que habíamos coordinado, sino la oportunidad de que yo pudiera participar en el proyecto.

-Ya no va a haber proyecto.  Eso no termino bien.

-Pero…Entonces.  ¿Por qué el dinero?

-Dijiste que necesitabas ayuda.

-Pero no así.  Lo que necesito es trabajar.

Ella guardo silencio por algunos momentos, en un par de ocasiones movió sus labios pero sin pronunciar palabra.  Luego de tomar un sorbo de café, hablo:

-Es el justo pago por tu ayuda todos estos años.  Me has asesorado muchas veces y yo he ganado dinero.   Es un buen momento para reconocer esto.

-No me lo estarías dando si no te hubiera dicho que necesitaba dinero.

-Es cierto.  Fue un error de mi parte.

-Pero…No se…Mira yo no creo…

-Estoy muriendo José. Tengo cáncer. –Respiro profundamente- No se lo he dicho a nadie, y no pensaba decírtelo a ti.  Pero en este momento me estoy dando cuenta que si no te aclaro esto, te vas a sentir incómodo.  El dinero solo le va a quedar a mi gato si no lo invierto en otras cosas antes de morir. 

Él se quedó inmóvil y boquiabierto, su rostro palideció y luego saco la caja de cigarrillos de su chaqueta.

-Aquí no puedes fumar.

-Sí. Lo sé.  Lo hice sin pensar. No lo voy a prender. -Volvió a mirarla a los ojos-  ¿Hay algo que pueda hacer por ti?


-Sí.  Acepta el cheque.  Tomate tu café y no volvamos a hablar de este asunto.

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