Caminaba bajo la
lluvia, y al cabo de unos momentos se ubicó debajo de una pérgola mirando el
escaparate donde se exhibían los diferentes libros. Consulto su reloj y luego prendió un
cigarrillo. Levanto la cabeza, observo
el cielo y exhalo el humo. Al bajarla
diviso un libro en particular titulado: “Quien se ha llevado mi queso”. Arqueo
su ceja izquierda y arrugo la frente. Se
dio media vuelta y consulto su reloj nuevamente. Mientras continuaba fumando, los carros y
buses al pasar levantaban el agua de la calle, que alcanzaba a llegar hasta
cerca de donde se encontraba, salpicando algunas gotas en su ropa y
zapatos. Se acercó más al escaparate
acomodando su chaqueta, reubicando el cuello y frotándose los brazos por unos
momentos, luego volvió a mirar su reloj.
Al cabo de 35 minutos y
dos cigarrillos más, la vio. Avanzaba
esquivando los charcos y sosteniendo la parte delantera de su sombrilla que era
empujada hacia atrás por el viento. Cuando llego a donde él estaba, sonrió.
-Disculpa la demora, el
trafico esta imposible. ¿Llevabas mucho
tiempo esperándome?
-Solo unos minutos.
-Vale. Al frente hay una cafetería. Podemos entrar a
tomar algo caliente y mirar los documentos.
-Me parece. –Dijo
mientras se acomodaba de nuevo la chaqueta- es necesario concretar esto lo más
pronto posible.
Ya en la cafetería se
ubicaron en la única mesa que estaba vacía y ella saco de su bolso una
agenda. Antes de abrirla se masajeo los
dedos.
-¡¡La artritis me tiene
jodida!!- con manos temblorosas comenzó a buscar entre las hojas, y al encontrar el cheque se lo paso sonriendo.
-Espero que esto te sea
de ayuda.
Al ver el cheque el
abrió aún más sus ojos y se acomodó las gafas, luego se frotó el mentón y
finalmente se quedó mirándola mientras
colocaba su dedo índice en la boca sin soltarse el mentón. Al cabo de unos
segundos dijo:
-Esto no es lo que
habíamos acordado.
-No veo el
problema. Es más incluso de la cantidad
que inicialmente me dijiste.
-Precisamente. Y no era dinero lo que habíamos coordinado,
sino la oportunidad de que yo pudiera participar en el proyecto.
-Ya no va a haber
proyecto. Eso no termino bien.
-Pero…Entonces. ¿Por qué el dinero?
-Dijiste que
necesitabas ayuda.
-Pero no así. Lo que necesito es trabajar.
Ella guardo silencio por
algunos momentos, en un par de ocasiones movió sus labios pero sin pronunciar
palabra. Luego de tomar un sorbo de café,
hablo:
-Es el justo pago por
tu ayuda todos estos años. Me has
asesorado muchas veces y yo he ganado dinero. Es un buen momento para reconocer esto.
-No me lo estarías
dando si no te hubiera dicho que necesitaba dinero.
-Es cierto. Fue un error de mi parte.
-Pero…No se…Mira yo no
creo…
-Estoy muriendo José.
Tengo cáncer. –Respiro profundamente- No se lo he dicho a nadie, y no pensaba
decírtelo a ti. Pero en este momento me
estoy dando cuenta que si no te aclaro esto, te vas a sentir incómodo. El dinero solo le va a quedar a mi gato si no
lo invierto en otras cosas antes de morir.
Él se quedó inmóvil y
boquiabierto, su rostro palideció y luego saco la caja de cigarrillos de su
chaqueta.
-Aquí no puedes fumar.
-Sí. Lo sé. Lo hice sin pensar. No lo voy a prender.
-Volvió a mirarla a los ojos- ¿Hay algo
que pueda hacer por ti?
-Sí. Acepta el cheque. Tomate tu café y no volvamos a hablar de este
asunto.
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