jueves, 4 de diciembre de 2014

LA BODA

Maquillábase los ojos ante el espejo. Lo hacía en forma mecánica. En realidad su mente no estaba ahí sino dos años atrás cuando lo conoció. No podría haber dicho que entre ellos hubo química en ningún momento.  De hecho le pareció terriblemente aburrido, a pesar de su cortesía. Hablo mucho más con su padre que con ella sobre problemas de la compañía.  Y esa noche juro que no lo quería volver a ver,  pero su padre le pidió como un favor especial que saliera a una cita con él.  –Si definitivamente sigue sin gustarte, prometo no volver a insistir –le dijo–.  Hubo no solo una, sino varias citas más.  No sabría exactamente por que accedió, por amabilidad, lastima, falta de una mejor compañía, el caso es que se vio de un momento a otro llevándolo a todas las reuniones como íntimo amigo y luego como pareja.  Se volvió costumbre que los jueves en la tarde estuviera invitado a cenar y que los sábados salieran a bailar o a cine.  Dieciséis meses después  cuando pidió su mano, ella aceptó casi instantáneamente con una sonrisa, él la beso y de inmediato pasaron a decidir quiénes serían sus padrinos y cuando se lo comunicarían a los padres de ambos.  Ese mismo día ya cuando estaba a solas en su habitación tuvo un momento para pensar en lo mágico que siempre creyó que debía ser ese momento y como lo que sintió no pasaba de una sensación tranquilizante del deber cumplido.
–Princesa. ¿Todo bien?–. Al escuchar esto se volteó sorprendida.  Estaba tan metida en sus recuerdos que no se había dado cuenta de que ahí estaba su madre.
–Si mamá disculpa.  Solo estaba pensando.
–Te traje tu tocado y el fotógrafo ya está acá.  Yo creo que ya debías colocarte el vestido.
–Vale, sí.  Deja ya termino de arreglarme y me visto.  Que el señor me tenga un poco de paciencia.  Igual estamos bien de tiempo.
–Bueno está bien.  No te demores.  La idea es que salgas hacia la iglesia a más tardar a las seis.
Mientras se colocaba el vestido pensó en aquel  muchacho. Su sonrisa era encantadora y descubrieron rápidamente muchas cosas que tenían en común.  Pero tal vez para ella lo más relevante fue su pasión por los animales.  La reunión había sido en la casa de Patricia hacia tres semanas, no volvieron a bailar y decidieron ir al jardín lateral solo a hablar.  Cuando descubrió que era casi las dos de la madrugada no lo había podido creer.  El tiempo transcurrió mientras proyectaban sobre cómo podría ser un refugio para animales abandonados y posibles formas de financiarlo.
Había continuado frecuentándolo, e incluso él le había propuesto que trabajara con él en caso de poder hacer el refugio.   Mientras recordaba sus encuentros, se sorprendió a si misma con el hecho de que nunca le contó que estaba a punto de casarse.

Camino hacia la iglesia su papá le hablaba sin parar, dándole recomendaciones y haciéndole preguntas.  Se notaba en su conversación que estaba muy emocionado.  Pero en un momento se quedó mirándola fijamente.
– ¿Estás bien? Te noto muy callada.
–Sí. Todo bien. –Respondió ella sonriendo y asintiendo con la cabeza-. Es la emoción.
–Precisamente por eso pregunto.  Te noto todo menos emocionada.
Ella no contesto.  Se limitó a arreglar su ramo de rosas.   Su padre guardo silencio unos momentos, pero después volvió a hablar.
– ¿Lo quieres? ¿Realmente lo quieres? o ¿estas dudando?
Ella lo miro por unos pocos segundos sin hablar.  Finalmente dijo:
–Lo quiero.  No se…A veces siento que falta emoción, que falta sentimiento.  No sé si me hago entender –. Bajo la cabeza y suspiró –Supongo que tenía una visión muy romántica del matrimonio y así es como debe ser.  Creo que con el tiempo me adaptare–.
– ¿Adaptarte? Por supuesto que uno se adapta al cambio de estilo de vida.  Pero una cosa es eso y otra muy diferente si lo quieres o no.  Amor, si no estás segura no tienes que hacer esto.  ¿Por qué no me habías comentado esto antes?
–Pues es que todos dicen que somos una buena pareja y yo te vi tan contento con él.
–Yo podre estar muy contento con él.  Pero la que se va a casar y compartir su vida con el eres tú.  No yo. 
–No…No te preocupes.  Todo está bien.  Son los nervios.  Ya vamos a llegar.
La ceremonia comenzó y todo marcho bien por unos treinta minutos.  En un momento, ella volteo a mirar hacia su familia.  Su papá la miro ansioso y moviendo los labios le pregunto si todo estaba bien a lo que ella asintió con la cabeza.  Luego,  apretó cariñosamente la mano de su novio y le susurro algo en el oído.  Él la miro con expresión de sorpresa.
Siete meses después se encontrará  trabajando activamente en el refugio, el cual creará junto con una amiga.  Descubrirá que el joven de la agradable sonrisa a pesar del impacto inicial que le produjo no será el indicado para ella y lo dejara partir.   El tiempo pasará y ocasionalmente se cuestionara si fue buena idea cancelar la boda, se sentirá satisfecha con su trabajo,  pero se preguntará si hay alguien para ella.  Y esa duda se aclarara cuando él llegue, dentro de cuatro años.


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