Hoy cuando iba manejando, seguramente cerré a un taxista. El estúpido y agresivo señor me persiguió posteriormente por cinco cuadras y cuando me alcanzo se dedicó a insultarme. Como me conozco y había tenido un día horrible, decidí ignorarlo. Algo así como: este pobre estúpido no sabe con quién se está metiendo y lo único que va a lograr es liberar al demonio.
En un semáforo opto por cerrarme y apagar el carro para hacer que no pudiera avanzar cuando la luz cambiara a verde. No podía evitar reírme, eso solía hacer antes, cuando era una inmadura al volante que buscaba pelea. Insisto. No quería liberar al demonio. Así que cuando cambio el semáforo, ni me inmute. No le pite, no intente cambiarme de carril, ni avanzar. Me limite a tomarle una foto al carro y al sujeto porque esta clase de personas suelen seguirla y si en algún momento me estrellaba quería tener pruebas.
Después de dos eternos semáforos que me demostraron la enorme rabia que tenía (la mayoría de los Bogotanos no tenemos tiempo para hacer estas pendejadas más que un semáforo, pero supongo que en Neiva hay más tiempo), el tipo avanzó. Desafortunadamente en la vía en la que ocurrió esto no hay forma de voltear por ninguna cuadra ya que el carril del centro está en reparación y todas las calles del lado derecho son de alto transito e implicaban un giro para mí en contravía. Tuve que avanzar por la misma sabiendo que posiblemente el señor continuaría igual. Así que fui más despacio con la esperanza de que se aburriera de esperarme y se fuera. No fue así, manejo lento únicamente para confirmar que venía atrás, rezagándose un par de veces para cerrarme.
Finalmente decidí parar en un pequeño mercado y aprovechar para comprar leche y galletas. Así se aburría por fin de esperarme y se iba. Mientras tanto en mi cabeza continuaban girando varias cosas que habían pasado hoy, deseaba llegar a casa, sentarme a descansar y mirar un par de tonterías en el computador, relajarme. Definitivamente era necesario para no liberar al demonio. Había decidido no continuar una discusión en la mañana, respirar profundo, pensar para hablar, contar hasta diez y todas esas cosas que uno hace cuando no quiere que todo termine mal. Lo logre, me felicitaba por eso. También me felicitaba por no seguir la pelea con ese estúpido taxista. Debió ser que lo cerré horrible. Si es así, la verdad no me di cuenta. Todos debíamos ser más tolerantes con los demás cuando la embarran manejando, las cosas irían mejor. En fin, cuando iba saliendo del mercado ya sonriendo y feliz de no haber liberado el demonio, adivinen quien me estaba esperando con una cruceta. Mi instinto de conservación me dijo que no avanzara ni un paso más porque ese hombre podía lastimarme. Pero algo extraño ocurrió dentro de mí, en una décima de segundo ese maldito demonio que vivo controlando me domino y no sé como, pero el señor taxista termino en el piso con la nariz sangrando y la bolsa de leche derramada encima de él. Después vi cómo me miraba la gente boquiabierta y comentarios como: le pego con su propia cruceta.
Sé que les va a sonar imposible, pero en ese momento lo único que se me ocurrió pensar es que ya sé cómo se debe sentir Bruce Banner cuando Hulk se ha ido y él tiene que arreglar todo lo que hizo. Quería acercarme al sujeto y preguntarle si estaba bien, pero lo que hice fue salir corriendo hacia mi carro y huir. Cuando ya estaba arrancando el tipo me grito:
-Vieja…Bueno ustedes se imaginaran los apellidos que me puso...!!Me golpeo!!.
-Lo siento, no debió liberar al demonio.
!!Carajo!! porque será que los seres humanos no serán más dulces, comprensivos, menos violentos, amables, solidarios…
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