jueves, 8 de octubre de 2015

El gato.

Él es como un gato salvaje que se finge domesticado, pero que en tu ausencia estará cazando.
Cuando llegues a casa lo veras durmiendo con la elasticidad y sensualidad propia de los felinos, despertará con tus caricias estirándose perezosamente y aguantándose las ganas de morderte. Aún no pensará, todavía no es tiempo.
Al llegar la noche subirá a tu regazo ronroneando, rasguñará, te lamerá y morderá. Cuando por fin se sienta satisfecho, se acomodará entre tus piernas donde dormirá plácidamente por el resto de la noche. Miau.

jueves, 23 de abril de 2015

ZAIDA Y ZOE

Terminó de pintar sus labios con un brillante color fresa y se miraba con satisfacción en el espejo.   Luego, salió del lujoso baño y se dirigió de nuevo a la fiesta.  En la sala tomó una copa de champaña, al tiempo que disfrutaba de la balada que tocaba el pianista.  Fue cuando un hombre se acercó sonriéndole.

–Hola.  Mucho gusto, me llamo Marlon –dijo al tiempo que tomaba su mano y la besaba.

–Zoe.  –respondió sonriendo con picardía.

– ¿Vienes con frecuencia al club?

–Sí.  Me encanta conocer nuevas personas y asistir a las premiaciones de los campeonatos de golf y las regatas.

Estuvieron conversando cerca de veinte minutos y luego salieron del club.  En un  Corvette se dirigieron hacia una mansión, donde finalmente tuvieron sexo al pie de la chimenea y se quedaron dormidos abrazados.

Al despertar Zaida se retiró los electrodos que tenía en su cabeza y miró la pantalla del computador que anunciaba: finalización del programa Zoé.   Por unos momentos estuvo mirando su habitación intentando ubicarse.

A veces no sé cuál es el mundo real y cuál es el imaginario –se dijo a sí misma en voz alta.

Había estado conectada por veinticuatro horas y al levantarse sus movimientos fueron torpes. Se dirigió al baño donde se observó en el espejo.  Era obesa, tenía el rostro lleno de manchas y poco cabello.  Nada que ver con piel perfecta y la abundante melena pelirroja de Zoe.

Tenía hambre; pero cuando miró en su cartera, no conservaba mucho dinero.  Le daba vergüenza pedir ayuda, pues ya casi todos sus conocidos la habían auxiliado con préstamos que no había devuelto.  Tal vez Marco… Pero eso implicaba aceptar su invitación a salir y ella no estaba interesada.  Era una excelente persona, atento con ella, pero cuando veía ese rostro tan poco agraciado…Simplemente le daba pereza avanzar con él.  Podía ir a comer donde su hermana, solo que la última vez la criticó duramente por estar utilizando “Personality shop”.  Aún recordaba la conversación:

No te metas en esto Mariana.  Es mi vida, mi tiempo y mi dinero.  Yo decido que hacer con él.

¿Pero no vez que te has vuelto adicta a eso? No vives tu vida por estar envuelta en ese mundo virtual y cada día estás más endeudada.  Te quejas todo el tiempo de no tener novio, de que no te invitan a salir, de no tener lujos.  Pero nunca vas a tener nada de eso si vives en un mundo de fantasía, ¡compréndelo!

De eso había pasado un mes.  Zaida salió molesta y sin despedirse de su hermana,  prometiéndose no volver a permitir que la fastidiara con sus críticas y exigencias.

Pensó que podría comprar otro día de Zoé en vez de comer.  Igual en ese mundo estaría en el bufet del hotel, o desayunaría con Marlon lo que ella quisiera. Pero cuando intentó hacer la operación, el sistema le indicó que su tarjeta no tenía cupo disponible.  En el banco solo le pagarían hasta dentro de cinco días.  ¿Qué iba a comer? ¿Cómo iba a llegar al trabajo? Y lo peor, no podría bajar la personalidad de Zoe en muchos días…Demasiados.

Buscó entre sus cosas encontrando un par de aretes, un collar y un anillo de oro que le había regalado su padre, y se dirigió a la tienda de empeño.   Lo poco que consiguió le serviría para comprar algo de comida y desbloquear la tarjeta.

Los meses transcurrieron;  Zaida no solo se atrasó con el arriendo, sino que dejó de pagar su seguro de salud.  Había perdido peso, su piel se veía floja y lesionada.  La desnutrición había favorecido la aparición de hongos; las largas horas de permanecer en la misma postura, provocaron úlceras en zonas de presión de la espalda.  Ya casi no tenía nada que empeñar.  El único objeto de valor era su computador y por nada del mundo se separaría de él, ya que solo así podría bajar el software de personalidad: Zoe.

Por otro lado estaba asustada,  sus continuas llegadas tarde, la mala presentación personal y las sospechas que recaían sobre ella por el dinero que faltaba, podían ocasionar que perdiera el trabajo.  No había pruebas concretas, pero en el banco había corrido el rumor de su situación económica y estaba segura de que los nervios la habían delatado, cuando fue interrogada.

Mariana le había prestado dinero hacía ya un tiempo pero fue clara en indicarle que no le 
ayudaría más a menos que se metiera en un programa de rehabilitación.  Incluso le dio los 
datos de uno: RPP  “Rehabilitation of Purchasers Personalities”.  Era muy recomendado a nivel mundial y como nota curiosa, fue fundado por ex-empleados de la compañía de  equipos electrónicos y  software que crearon “Personality shop”.  En ese momento, Zaida le prometió pensarlo, 
pero fue algo que dijo por salir del paso, estaba muy lejos de querer dejar a Zoe.

Ese día, cuando llego al apartamento encontró sus pocos objetos personales en el corredor yal intentar abrir la puerta confirmó que habían cambiado las cerraduras.   Aun sorprendida, llamó a  Marco, pero este le explicó que estaba fuera de la ciudad de paseo con su novia yle era imposible ayudarla; Mariana no le contestaba y sus compañeras del trabajo le dijeron abiertamente que no les interesaba alojar a una ladrona.

Desesperada cogió su computador y se dirigió al centro.  Esa zona era altamente peligrosa, pero tenía la esperanza de conseguir algún hospedaje por una noche mientras lograba localizar a su hermana.  
En la calle, un hombre se acercó y le intentó quitar el computador.  Zaida forcejeó y él, le disparó en el pecho.  Agonizando, se miraba las manos untadas de sangre y murmuraba:  
Zoe, ¿Dónde estás Zoe?


miércoles, 1 de abril de 2015

VIDA INTELIGENTE

¿Es usted un terrícola: Homo sapiens?

Al voltear, vi una criatura de color violáceo, ojos saltones y sin pelo.  Debió notar mi estado de conmoción, porque me habló nuevamente como quien se dirige a un retardado mental.


—Sí. Soy real. No le voy a hacer daño.  Solo necesito que me indique, donde puedo encontrar una fuente de energía para mi nave.


Ehh…Ahh ¿Nave? ¿Necesita gasolina o algo así?


Poliestireno expandido, es lo que necesito concretamente.  ¿Me puede colaborar?


Busqué en Wikipedia y para mi sorpresa era simple icopor. Ni el extraterrestre, ni yo teníamos dinero, por lo cual fuimos a un basurero.  Mientras cargaba el depósito de combustible,  estuvo explicándome como su vehículo convertía el poliestireno en vapor de agua. También me contó que estaba explorando galaxias, buscando vida inteligente.  Lamentablemente, aun no encontraba nada.


Al finalizar me dio las gracias y partió.  Momentos más tarde, leí sobre el poliestireno y el problema ambiental que implica por no ser degradable.  ¡La nave de él lo convertía en vapor de agua!… Y yo no le tomé ni una foto.



Microcuento 2

Al despertar vio a un hombre desconocido dentro de su alcoba, de espaldas a ella, mirando hacia la calle por la ventana.
¿Quién es usted?
Se volteó y la miró detenidamente por unos segundos antes de contestar.
Soy David Camargo, la ayude a escapar anoche. ¿Recuerda?
No…No entiendo.  ¿Escapar de dónde?
De la discoteca.  Usted se me acercó muy asustada, diciéndome que dos hombres la perseguían. Salimos de ese lugar, pero casi de inmediato empezó a actuar en forma extraña, hablaba incoherencias y convulsionó. Tomé un taxi y la traje a su casa. Estaba esperando a que despertara y me contara que recordaba.
Pero… Si convulsioné,  ¿Por qué no me llevo a un hospital? Y… ¿Cómo supo donde era mi casa?
Tenemos un inconveniente —dijo el hombre frunciendo el ceño, al tiempo que tomaba una jeringa con aguja que se encontraba al pie de la cama—.  Me temo que usted hace demasiadas preguntas.


domingo, 29 de marzo de 2015

Microcuento 1


Él estaba tranquilamente sentado mientras ella le apuntaba con una pistola.
No lo vas a hacer.
Yo en tu lugar no estaría tan seguro.  Me has complicado demasiado la vida.
Él tomó un encendedor y una cajetilla del bolsillo de su camisa.  Prendió un cigarrillo y lo fumó lentamente,  mientras la miraba fijamente a los ojos.
Okey.  ¿En ese caso qué esperas?
Quiero que admitas que te equivocaste,  que me hiciste daño y me pidas perdón.
No sería una disculpa sincera linda. Mira, sé que me equivoqué, pero yo deje eso atrás hace mucho tiempo.  Tú debías hacer lo mismo en vez de complicarte. Además, insisto: No lo vas a hacer.
Ella disparó hacia su pie derecho.  Al recibir el disparo, Eric emitió un grito de dolor, dejando caer el cigarrillo, al tiempo que tomaba el pie con ambas manos.
¿Sigues pensando que no lo voy a hacer?
Te has tomado demasiadas molestias para tenderme esta trampa. Aún me amas, baby.


jueves, 26 de marzo de 2015

Microcuento


He aprendido que cuando alguien se interpone en mi camino no debo desesperarme, sino pensar cómo puedo superar en forma inteligente y con paciencia ese obstáculo.  La forma más efectiva, ha sido teniendo un buen detalle frecuentemente con esas personas.  Los chocolates rellenos de talio, por ejemplo. Son un poco lentos, pero efectivos. Ya llevo tres obstáculos superados. 

jueves, 26 de febrero de 2015

RECUERDOS

En esas vacaciones íbamos a tener visitas y estaba adecuando la habitación donde dormirían;  lo cual me condujo a una jornada de aseo, eliminando cosas que no fueran necesarias.

De repente encontré un tarro, el cual estaba lleno de telas cortadas en cuadrados de cinco por cinco centímetros. Al no parecerme que fuera útil, me dirigía con el hacia la basura, pero mi mamá me detuvo.

No mijita.  ¡Espere!  Ese es mi tarrito de recuerdos.

Pero no respondí un poco irritada de que me detuviera- es solo un tarro lleno de telas.

Sí yo sé.  Pero es que son especiales para mí.  Venga le explico.

Y se acomodó en la cama haciéndome una señal con la mano para que me sentara a su lado.  Después destapó el tarro y comenzó a mostrarme los diferentes recortes.

Este por ejemplo decía mientras sonreía y agitaba en su mano un cuadrado blanco- fue de su vestido de bautizo, mamita.   Vino a verla su abuelita.   Y su merced estaba muy linda; sus padrinos estaban felices de verla.  Y este…Este fue del día de mi boda.  No pude usar el vestido blanco, porque la modista nos quedó mal.  Me tocó utilizar un vestido azul, que era el único bonito que tenía.   Su papito estaba feliz, él dijo que lo único que importaba es que pudiéramos casarnos.   ¡Me trajo un ramo de flores divinas!  Me las entrego el día anterior y con ellas salimos en muchas fotos. Tomando otra tela dijo Este otro fue de cuando nació Carlitos.  Fue su primera muda, la que le lleve para el hospital.

Por un momento me olvide de la jornada de limpieza, estaba encantada escuchando sus historias,  mirando y recordando.   Muchas de las anécdotas nos causaron mucha risa, como cuando nos acordamos de mi fiesta de quince años, o del grado de mi hermano.  Pero de pronto, su rostro reflejó un profundo dolor y tristeza al quedarse viendo otro cuadrado de color oscuro.  Cuando le pregunte que ocurría, me dijo:

Este fue del vestido que utilice para el funeral de su papito.

No hizo más comentarios, solamente comenzó a llorar en forma silenciosa.    Me pareció que lo mejor era no decirle nada y dejar que continuara mirando su colección.  Me puse de pie, le estreche suavemente el hombro y salí de la habitación.


Ya en el pasillo, tuve el impulso de ir a buscar mi cofre y echarle un ojo. Encontré boletas de conciertos, poemas, cartas de varias personas,  el reloj de mi papá,   flores disecadas, algunas fotos, un par de llaveros y otras pequeñas cosas como un broche dañado de fantasía.  No lo había botado porque me lo regaló alguien muy especial y al sostenerlo vino a mi memoria el momento en que me lo entregó.   Fue un buen día: reímos, nos contamos muchas cosas de nuestras vidas  y caminamos por el parque.  No pasó nada espectacular,  pero hacia mucho no pensaba en esa sonrisa;  aquella misma que un día tuve que aceptar que no volvería a ver, ya que partió en busca de nuevos proyectos.