Cuando observé la
radiografía, no pude ocultar mi sorpresa. Todo el hemitórax derecho era de color blanco. <<No puede ser>> fue lo
primero que pensé y acto seguido los vi. Ella me interrogaba con la mirada. Él me había dado la espalda y estaba destapando
la caja con los ponqués que me había traído.
-Mire, su merced, coma
uno de estos. Después nos cuenta. –decía
al tiempo que me pasaba con mano temblorosa uno de los ponqués. En su voz pude notar ansiedad. Y supe que estaba más preocupado por no
lastimar a mi mamá que por saber una respuesta.
-Tal vez sea mejor que
lo vea Olga. Yo de esto aún no se y no sé qué decirles.
-Sí. -Dijo quitándomela
con suavidad y guardándola de nuevo en el sobre -Esta noche cuando venga le
decimos. Por ahora seguiré trabajando.
Mijita… ¿Su merced quiere hacer un tinto? -Y al tiempo apretó suavemente a mi
mama del brazo.
Ella asintió y salió de
la habitación con paso lento y mirada triste.
Ya en la cocina estuvo
por unos minutos frotándose las manos, tratando de enfocarse en la tarea de
preparar el tinto. Destapo el frasco
aspirando el aroma del café y que siempre lograba tranquilizarla. Alistó los pocillos mientras se decía que
aquello no podía estar sucediendo. <<No
ha tenido tos, ni otras cosas que yo me haya dado cuenta. No puede ser tan malo si no ha sentido nada>> y
en forma mecánica adicionaba el dulce en los pocillos.
Distraídamente cogió la
jarra sin guante quemándose, cuando esta cayó, salpicó agua caliente en sus
piernas provocando una nueva quemadura y un grito mezcla de dolor con angustia.
Comenzó a llorar al tiempo que levantaba
los pedazos de vidrio.
Cuando me di cuenta de
todo fui a ayudarla y note lo asustada que estaba. Mientras recogíamos los pedazos, comencé a
hablarle de cosas de la universidad para distraerla un poco, pero de repente
ella dijo:
-¿Sera que fue un error
y es la radiografía de otra persona?
-No creo, mamá. Esos errores casi nunca se cometen. Es mejor no irnos por la fantasía.
Ella me miro atónita
con los ojos rojos por unos breves momentos y luego comenzó a llorar de
nuevo.
Si claro, ustedes deben de estar pensando que la embarre y en cierto modo fue así. Desde luego que yo también lo pensé. Y me
hice el propósito de ser más cuidadosa con lo que dijera de ahí en
adelante. Pero deben entenderme. Desde el comienzo yo sabía que esto iba a ser
grave. A pesar de que aún no sabía lo
suficiente de Medicina, tenía claro que esa radiografía no era normal. Y me parecía que no era el momento para
comenzar a hacer negación de las cosas.
Mientras tanto, en el
primer piso mi papá ordenaba los documentos tratando de concentrarse en las
cuentas que tenía pendientes, pero no lo lograba. <<Me preocupan Adriana, Germán y Mijita. –Pensaba-. Adriana acaba de comenzar la carrera, Germán necesita que
alguien lo vigile todo el tiempo y Mijita...Depende tanto de mí. Ella no era así antes de casarnos -Mientras
meditaba y continuaba sumando en forma mecánica, se acercó a él pacho
ronroneando cariñosamente y haciéndose un ovillo en sus piernas. Él acaricio su
suave pelaje y volvió a mirar las cuentas.
–No podrán con los gastos a menos que Olga les ayude. Tendré que hablar con ella antes de que les
diga cualquier cosa de la radiografía y…Y de todo>>. Cerró sus ojos y escucho cuando mi mama se
acercaba, con pasos inseguros y el tintineo que producía la vajilla.
-Hola, mijo. Qué pena la demora. Tuve un accidente arriba.
-¿Su merced está bien?
-Si. Se rompió la jara del tinto. Eso es todo.
-Ah, no importa. Lo importante es que este rico. Ja,ja,ja.
Ella intento sonreír
mientras le pasaba el pocillo y se sentaba a su lado. Él degustó el café, hizo una pausa y sonrió
al tiempo que le acariciaba a ella la oreja.
-Vamos a estar bien.
Ella no contesto nada.
Simplemente, se lanzó a sus brazos y
comenzó a llorar.
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