Él es como un gato salvaje que se finge domesticado, pero que en tu ausencia estará cazando.
Cuando llegues a casa lo veras durmiendo con la elasticidad y sensualidad propia de los felinos, despertará con tus caricias estirándose perezosamente y aguantándose las ganas de morderte. Aún no pensará, todavía no es tiempo.
Al llegar la noche subirá a tu regazo ronroneando, rasguñará, te lamerá y morderá. Cuando por fin se sienta satisfecho, se acomodará entre tus piernas donde dormirá plácidamente por el resto de la noche. Miau.